jueves, 17 de junio de 2021

Primer parcial domiciliario - 2021

 

LENGUA ESPAÑOLA I                                        

Primer parcial domiciliario                                                 Fecha de entrega: 28/06/21

Alumno/a:

DNI:

 

Lean los siguientes textos:

 

TEXTO 1 (adaptado)

Sweet paranoia/ Artículos de opinión

Leer no te hará mejor persona

Por Miryam Artigas    

Hace poco hablaba con unos amigos de la importancia de leer de forma habitual. En la mesa nos encontrábamos varios perfiles: algunos leíamos diariamente o varias veces por semana, otros leían de forma esporádica (en especial en vacaciones) y algunos de ellos,  hacía decenios que no leían un libro. De esta conversación, saqué en claro dos cosas importantes: que el sistema educativo había hecho mucho daño al hábito de leer y que leer no te hace mejor persona. Al revés.

¿Por qué leer no te hace una mejor persona?

Dejando atrás los estigmas de superioridad intelectual que se asocia a los llamados «ratas de bibliotecas» (que, sinceramente, en la mayoría de las veces no es cierto), llegamos a la conclusión que leer les había provocado grandes daños a aquellos que lo hacíamos de forma habitual, y les cuento porque.

Cosas tan habituales como mantener una conversación de WhatsApp entre amigos, llegaron a convertirse en una batalla campal por unas cuantas faltas de ortografía. Sí, por lo general somos un poco exigentes a la hora de expresarnos y especialmente a la hora de leer. Todos tenemos esas palabras que nos hacen dudar eternamente, expresiones que preferimos evitar… pero hay cosas como las reglas de acentuación que, incluso aunque las modifique la RAE, no conseguimos tolerar.

Y, aunque esto sea una pequeña minucia (en algunos, no tan pequeña), por lo general nuestro amor por el buen uso de la reglas ortográficas y gramaticales nos pueden llegar a hacer elegir amigos e incluso parejas.

La literatura te permite conocer otras realidades

Dejando atrás esta pequeña anécdota, algo en lo que todos nos pusimos de acuerdo fue en la capacidad que tiene la literatura para transfomarte. A través de libros, con distintas voces y mensajes, puedes llegar a empatizar con cosas que antes no te habías planteado.

Por ejemplo, hasta que no leí “Un cuarto propio” de Virginia Woolf no fui consciente de la importancia de la genealogía femenina, de la necesidad de tener un lugar donde reflexionar, poder pensar sobre tu entorno, tu papel en él y sus consecuencias. Un lugar donde crear. Por otro lado, con La flor púrpura de Chimamanda, entendí que aunque me separaban cientos de kilómetros de Nigeria, lo cierto es que la desigualdad de género y los problemas a los que deben enfrentarse las mujeres, muchas veces tienen más en común de lo que nos gustaría reconocer. O quizá con Parentesco de Octavia E. Butler donde, sin necesidad de vivir durante la Guerra del Sur, sentí la injusticia de vivir en una sociedad esclavista y qué peligros conllevaba hacerlo siendo afroamericano.

¿Si leyésemos más seríamos más feministas? ¿Entenderíamos mejor otras posturas opuestas a la nuestra? ¿Nos llevaríamos mejor los unos con los otros? ¿Estaríamos más (in)formados a la hora de enfrentarnos a cosas que ya han pasado? La sola posibilidad da pie a intentarlo.

¿Y si intentamos leer más y variado?

Como habrás supuesto ya, tras haber leído las anteriores líneas, leer no te hará mejor persona… Lo que sí hará es que seas una persona más crítica. Más empática con otras formas de pensar y de vivir. Te permitirá conocer nuevos lugares sin haber puesto un pie en ellos e incluso viajar a otras realidades.

Eso sí, quizá te convierta en «esa persona» que corrige a sus amigos, que recuerda por WhatsApp cómo debería haberse escrito ese mensaje. Que cita autores como si fueran sus propias frases. O que recomienda constantemente sus libros favoritos. También te provocará insufribles y pesadas mudanzas donde los libros serán lo primero que empaquetes… Pero bueno, merecerá la pena la lista de «contras», ¿verdad?

Fuente: Blog Sweet paranoia, en línea: https://www.sweetparanoia.com/leer-no-te-hara-mejor-persona/

 

 

TEXTO 2

 

Elogio de la dificultad

de Guillermo Martínez

Hay libros arduos cuya lectura se parece a un martirio. Conquistarlos, sin embargo, depara la felicidad de las victorias secretas.

Cada vez que se habla de lectura, maestros, escritores y editores se apresuran a levantar las banderas del hedonismo, como si debieran defenderse de una acusación de solemnidad, y tratan de convencer a generaciones de adolescentes desconfiados y adultos entregados a la televisión de que leer es puro placer. Interrogados en suplementos y entrevistas hablan como si ningún libro, y mucho menos los clásicos, desde Don Quijote a Moby Dick, desde Macbeth a Facundo, les hubiera opuesto nunca resistencia y como si fuera no solo sencillo llegar a la mayor intimidad con ellos, sino además, un goce perpetuo al que vuelven todas las noches.

La posición hedonista es, por supuesto, simpática, fácil de defender y muy recomendable para mesas redondas porque uno puede citar de su parte a Borges: "Soy un lector hedónico: jamás consentí que mi sentimiento del deber interviniera en afición tan personal como la adquisición de libros, ni probé fortuna dos veces con autor intratable, eludiendo un libro anterior con un libro nuevo...".

Y bien, yo me propongo aquí la defensa más ingrata de los libros difíciles y de la dificultad en la lectura. No por un afán especial de contradicción, sino porque me parece justo reconocer que también muchas veces en mi vida la lectura se pareció al montañismo, a la lucha cuerpo a cuerpo y a las carreras de fondo, todas actividades muy saludables y a su manera placenteras para quienes las practican, pero que requieren, convengamos, algún esfuerzo y transpiración. Aunque quizá sea otro deporte, el tenis, el que da una analogía más precisa con lo que ocurre en la lectura. El tenis tiene la particular ambivalencia de que es un juego extraordinario cuando los dos contrincantes son buenos jugadores, pero se vuelve patéticamente aburrido si uno de ellos es un novato, y no alcanza a devolver ninguna pelota. Las teorías de la lectura creen decir algo cuando sostienen el lugar común tan extendido de que es el lector quien completa la obra literaria. Pero un lector puede simplemente no estar preparado para enfrentar a un determinado autor y deambulará entonces por la cancha recibiendo pelotazo tras pelotazo, sin entender demasiado lo que pasa. La versión que logre asimilar de lo leído será obviamente pálida, incompleta, incluso equivocada. Si esto parece un poco elitista basta pensar que suele ocurrir también exactamente a la inversa, cuando un lector demasiado imaginativo o un académico entusiasta lanza sobre el texto, como tiros rasantes, conexiones, interpretaciones e influencias en las que el pobre escritor nunca hubiera pensado.

En todo caso la literatura, como cualquier deporte, o como cualquier disciplina del conocimiento, requiere entrenamiento, aprendizajes, iniciaciones, concentración. La primera dificultad es que leer, para bien o para mal, es leer mucho. Es razonable la desconfianza de los adolescentes cuando se los incita a leer aunque sea un libro. Proceden con la prudencia instintiva de aquel niño de Simone de Beauvoir que se resistía a aprender la "a" porque sabía que después querrían enseñarle la "b", la "c" y toda la literatura y la gramática francesa. Pero es así: los libros, aún en su desorden, forman escaleras y niveles que no pueden saltearse de cualquier manera. Y sobre todo, solo en la comparación de libro con libro, en las alianzas y oposiciones entre autor y autor, en la variación de géneros y literaturas, en la práctica permanente de la apropiación y el rechazo, puede uno darse un criterio propio de valoración, liberarse de cánones y autoridades, y encontrar la parte que hará propia y más querida de la literatura.

La segunda dificultad de la lectura es, justamente, quebrar ese criterio; confrontarlo con obras y autores que uno siente en principio más lejanos, exponerse a literaturas antagónicas, impedir que las preferencias cristalicen en prejuicios, mantener un espíritu curioso. Y son justamente los libros difíciles los que extienden nuestra idea de lo que es valioso. Son esos libros que uno está tentado a soltar y sin embargo presiente que si no llega al final se habrá perdido algo importante. Son esos libros contra los que uno puede estrellarse la primera vez y sin embargo misteriosamente vuelve. Son a veces carromatos pesados y crujientes que se arrastran como tortugas. Son libros que uno lee con protestas silenciosas, con incomprensiones, con extrañeza, con la tentación de saltear páginas. No creo que sea exactamente un sentimiento del deber, como ironiza Borges, lo que nos anima a enfrentarnos con ellos, e incluso a terminarlos, sino el mismo mecanismo que lleva a un niño a pulsar "enter" en su computadora para acceder al siguiente nivel de un juego fascinante. Ellos no ocultan su orgullo cuando se vuelven diestros en juegos complicados ni los montañistas se avergüenzan de su atracción por las cumbres más altas.

Hay una última dificultad en la lectura, como una enfermedad terminal y melancólica, que señala Arlt en uno de sus aguafuertes: la sensación de haber leído demasiado, la de abrir libro tras libro y repetirse al pasar las páginas: pero esto ya lo sé, esto ya lo sé. Los libros difíciles tienen la piedad de mostrarnos cuánto nos falta.

 (Publicado en Clarín, el 22/4/2001)

 

 Propuesta de trabajo:

1- Seleccionen uno de los textos y analicen las variedades de lenguaje presentes en él. Justifiquen mediante expresiones extraídas del artículo.

2- a) ¿A qué dimensión o dimensiones del texto (planteada/s por Marro y Dellamea)  hace referencia la autora del primer artículo? Transcriban los fragmentos que se relacionen con esa dimensión o esas dimensiones.

b) ¿Cómo clasificarían, siguiendo a Kerbrat, los receptores a quienes se dirige dicho artículo? Justifiquen.

3- ¿Qué conexión podrían establecer entre lo que dice el fragmento destacado del segundo texto y lo desarrollado por Kerbrat en su propuesta de circuito de comunicación? Expliquen esa conexión.

4- Elijan uno de los textos y respondan: ¿qué función del lenguaje es la dominante?, ¿qué funciones secundarias aparecen? Justifiquen mediante la definición de cada función planteada por Jakobson y la correspondencia de elementos del texto con dicha definición.

5-En el fragmento resaltado del primer artículo, identifiquen errores de cohesión, acentuación, puntuación y morfosintaxis. Reformúlenlo corrigiendo dichos errores y expliquen en qué consistía cada uno de ellos.

6-Analicen sintácticamente las oraciones del siguiente párrafo:

   La autora del primer artículo, Miryam Artigas, sostiene muy segura una postura discutible sobre el hábito de la lectura. Hay una clara contradicción en sus afirmaciones. Les propone a sus destinatarios una lectura rica y variada, pero simultáneamente les señala el peligro de su práctica. ¿Acaso no somos más sabios por nuestras experiencias con los libros? Fuimos formados en gran medida por ellos, no podemos negarlo. Se lee para el profundo mejoramiento del espíritu.

Aclaración:

-El verbo “poder” forma perífrasis verbal con el infinitivo que le sigue. Se considera como un solo verbo.

 

7-Estas son algunas frases extraídas de los artículos leídos:

  • “El sistema educativo ha hecho mucho daño al hábito lector”.
  • “Si leyésemos más, ¿nos llevaríamos mejor los unos con los otros?”
  • “La literatura tiene capacidad para transformarte”
  • “Son justamente los libros difíciles los que extienden nuestra idea de lo que es valioso”.

 

 Seleccionen una de esas frases como disparador para la elaboración de un texto que cumpla con los requisitos que se mencionan a continuación. Elijan una de las siguientes opciones:

a) Un texto que narre una historia (un cuento para enviar a un concurso literario). La función predominante debe ser la poética y las secundarias, la metalingüística y la referencial.

b) Un texto que defienda una opinión (un artículo para ser publicado en un diario de Buenos Aires). La función predominante debe ser la apelativa y las secundarias, la referencial y la expresiva.

-Pongan un título al texto. Extensión: entre 20 y 25 líneas.

-Identifiquen en el texto que han escrito tres recursos de cohesión utilizados. Aclaren cuáles son y qué elementos del texto relacionan.

-Observen las normas de acentuación, puntuación y morfosintaxis estudiadas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario